25 febrero, 2006

DOMINGO PRIMERO DE CUARESMA (B) Marcos 1,12-15



VIVIR ENTRE LAS FIERAS

Acabo de leer en Luis Alberto de Cuenca:

"No venimos del mono. Lo siento señor Darwin. / somos lobos sin pelo que andamos por el mundo / en posición erguida, pero con esos ojos / crueles e inyectados en sangre y esas fauces / repletas de cuchillos con que los lobos viajan /... La bestia que se agita en las oscuridades / de nuestro yo termina por imponerse al ángel / que fuimos no sé cuando (o no lo fuimos nunca), / y aunque nos disfracemos de tiernos corderitos / o de dulces abuelas por puro pasatiempo / somos, allá en el fondo, lobos depredadores / que aúllan a la luna en la terrible noche / de la razón, allí donde habitan los monstruos / y tienen su refugio las negras pesadillas".

La fiera más terribles son el hambre y el hombre. En la primera se apilan una montaña de injusticias asomadas al descaro de los egoísmos: a tantos hermanos nuestros no les tienta el hambre, los mata el hambre. Y la otra fiera, el hombre mismo, que le cuesta asomarse a la llanura donde por fin se ha de cumplir la promesa de que habitarán juntos el león con el cordero, y el niño meterá su mano en la boca de la serpiente. Al haber vivido Jesús un tiempo entre las fieras, no me cabe duda que al desierto se llevó la esperanza de amansarnos.

ARREPENTÍOS Y CREED EN EL EVANGELIO

Los buenos propósitos nacen, con frecuencia, de una buena palabra leída o escuchada que toca el corazón. Los santos evangelios están llenos de manos tocadoras que nos despiertan de la rutina, de la decepción o de la impotencia.

En más de una ocasión he oído decir a algún amigo que si volviera a nacer haría las mismas cosas o, también, que no tiene nada de qué arrepentirse. Personalmente yo no estoy de acuerdo: si volviera a nacer ( que puedo hacerlo por fe cada mañana) dejaría atrás los tiempos rotos, la indisciplina de la voluntad, el miedo a la aguja de los relojes, el excesivo apego a la hermosura... Y empezaría a leer, y a cumplir, una página diaria del evangelio, en cuyos pliegues el Señor habla y estremece.

Convertirse es mirar a Jesús ("No os pido más que le miréis") y sujetar el ánimo en la esperanza de la maravilla, viviendo un presente convencido de que vivir con Él una experiencia compensa inmensamente el esfuerzo de salir a buscarlo: "Venid y lo veréis". Nadie como Jesús atraviesa de ese modo el pecho. Nadie como Él satisface las alas del deseo. Nadie. Venid y lo veréis.

24 febrero, 2006

DOMINGO OCTAVO DEL TIEMPO ORDINARIO (B) Oseas 2,14-18 Marcos 2,18-22


LA LLEVARÉ AL DESIERTO...

...Y allí le hablaré al corazón... En la liturgia de hoy todos son amores desbordados que Dios ofrece al alma. Con razón decía San Juan de la Cruz que Dios tiene más vocación de hombre que el hombre vocación de Dios.

El desierto, todavía sin palmeras, es el sitio ideal para mirarse a solas de frente. En el desierto está el alma esperando los manantiales de la presencia mientras Dios se refleja mil veces en los cristalillos de la arena y mil veces repite al alma "amor-amor" sin más ruidos.

...Y allí le hablaré a su corazón deseando que se junten las arenas ardientes con mis palabras de fuego --podía haber dicho el Señor. Entonces, ya no harían falta más espejos que el agua de los labios.

Dios es así cuando el alma se deja.

El desierto significa no encontrar sitio donde distraer la mirada. Ningún lugar donde echar mano al refrigerio. En el desierto el sol estalla quemando recuerdos, desnudando corazón y memorias. Nada y nadie hay en el desierto para que cumpla con su labranza la palabra.


EL ESPOSO Y EL AYUNO

son incompatibles porque el amor y los abrazos no le dejan sitio al sufrimiento. El ayuno es un dolor, una ausencia que sólo tiene sentido si prepara los encuentros. Con el Esposo y sus labios al oído qué otras músicas pueden escucharse, qué sinsabor podría tenerse en cuenta. El cielo será eso: no acabarse el delirio, no verle el fin al ansia, que cada día nace y se cumple a sí misma en una novedad de zarza ardiente sin quemarse.

18 febrero, 2006

DOMINGO SÉPTIMO DEL TIEMPO ORDINARIO (B) Marcos 2,1-12



LA FE DE ELLOS

Lo más doloroso de la vida tiene que ser el olvido. Y más grande aún debe ser el daño cuando, además, se siente uno enfermo. No es el caso de este paralítico que, ante la impotencia de entrar adonde estaba Jesús, sus amigos rompen las tejas y se cuelan por el agujero de la esperanza. Viendo Jesús LA FE DE ELLOS cura al paralítico que echa a andar con la soltura, que salta para comprobar el milagro.

Si no llega a ser por los amigos que le llevan hasta el Maestro, este paralítico hubiera seguido dependiendo de los demás, reclinado en su camilla de ver cómo el mundo pasaba delante de sus ojos sin poder seguirlo. Los amigos creen en el milagro y consiguen para él que se desaten los músculos de la postración...

Pidamos por los amigos, especialmene por aquellos que están paralíticos en la camilla de sus ideas, que no han aprendido a correr por los caminos sin fronteras del amor, que no han distinguido el rostro de Jesús entre las nieblas de su abandono. Y Él, viendo nuestra fe, hará que ellos recobren la suya y caminen alegres con nosotros.

POTESTAD DE PERDONAR LOS PECADOS

Escribe Valente que el pecado llega como de negra nieve. Es difícil saber en las entrañas del alma qué sucede para que se desenfrenen los deseos, se vuelva oscura la inteligencia y queden sueltas las riendas de la voluntad. Somos muchos en uno solo y el ángel caído aprovecha la debilidad del más débil para que se distraigan los demás que somos y terminemos todos con él mirando al pozo en vez de mirar al Sol que viene de lo alto. Cada uno de nosotros somos muchos, cada uno con su hambre y su boca abierta reclamando un trozo de satisfacción que no entiende de estrellas. El pecado es justo la decisión de haber soltado las manos de las riendas.

Jesús, Dios vivo, tiene la potestad para llevar otra vez nuestras manos a su sitio y que, además, parezca que nunca se habían soltado. Porque el perdón de Dios quita de raíz la memoria del mal y estrenamos amor después de confesarnos.

11 febrero, 2006

DOMINGO SEXTO DEL TIEMPO ORDINARIO (Ciclo B) Marcos 1,40-45



MEJOR SI TIENES ALAS

Como se puede apreciar en la fotografía, es preferible tener dos alas antes que cien pies. Lo mucho, no siempre es más provechoso que lo poco, sobre todo cuando ese poco es indispensable para el vuelo.

El evangelio de hoy nos presenta a un leproso que vive la misma soledad de todos aquellos que son diferentes. Y a los diferentes que me refiero no son los poétas, los músicos...sino a los diferentes desvalidos: enfermos, ancianos, pobres, presos, emigrantes, los que viven en países de miseria por la abundancia de quienes los gobiernan... Esos diferentes no tendrán los muchos pies que llevan a la riqueza o al consumo, a la satisfacción del bienestar, pero tienen dos alas que les permiten ver a Dios desde otra altura. El leproso de hoy no habrá tenido el consuelo de las gentes y las cosas, pero sí descubre el amor de Jesús que se detiene ante su carne caída, le cura el resentimiento y pone en su boca alabanza y generosidad.

En la vida se acierta si estamos en condiciones de "descubrir" el amor de Jesús cuando pasa. Sólo entonces se dejarán los pies y se usarán las alas.

MANOS UNIDAS

Aunque, como dice María Zambrano, la vida se arrastra desde el comienzo, estoy convencido de que, por más que nuestras historias sean serpientes condenadas a arrastrarse, también estamos llamados a trepar por el árbol de la vida.

Manos Unidas es una oganización de la Iglesia católica, desplegada en setenta países y que, cada año, ayuda a salir de la miseria a más de veinte millones de personas con proyectos y planes que empujan su dignidad y su desarrollo. El agua embalsada para conseguir una doble cosecha, el tractor que ahorra tiempo y solanas, escuelas donde se enseña la igualdad de hombres y mujeres, hospitales para la multitud de leprosos, de cánceres, de muertes infantiles... La Iglesia de Jesucristo sigue pensando de verdad en el ser humano, con preferencia para los que el mundo olvida por no ser de provecho.

Se llega a santo cuando se ha conseguido la identidad superando las contradicciones. De ellas estamos llenos y de dineros que nos sobran haciendo falta a los que bien saben repartirlos. Manos Unidas es lo mismo que Manos abiertas. Seamos generosos, muy generosos.

04 febrero, 2006

DOMINGO QUINTO DEL TIEMPO ORDINARIO Marcos 1, 29-39



LA SUEGRA DE PEDRO

Es es único dato evangélico que nos permite saber la condición de casado del apóstol. Nunca leí el menor comentario sobre cómo debió ser la esposa del Cabeza de la Iglesia, tampoco se desliza en la escritura sagrada ningún rasgo de la mujer de quien fue roca y arena al mismo tiempo, decisión y llanto a la vez, y siempre firmeza apasionada. ¡Ah, Pedro!, hermoso y difícil destino el tuyo. Conociéndote, tu esposa debió tener las manos fuertes para coser las redes y el alma dispuesta al encuentro para cuando llegaras a la noche, cansado del agua y de la luna. Vocación debió tener, como tú, para estar horas y horas al acecho del embeleso y la palabra.

El caso es que Jesús cura a su suegra y ésta, sin fiebre y mejorada, se dispuso a servirles. Es preciso estar sano para servir, se necesita estar limpio para dar resplandores. Sin Dios, el bien es sólo filantropía; con Él, todo lo que pueda darse lleva la añadidura de la divinidad.

ORA PORQUE TODOS LE BUSCAN

Espera a que se haga de noche, a que todos duerman, para que sea más rica y sonora la vigilia. Tiene necesidad Jesús de estar a solas con el Padre, urgencia de destejer el misterio para ser entendido por los hombres. Pediría en la oración un enjambre de abejas que endulzaran en su boca las palabras. Era su tarea atravesar la coraza de tantos como esperaban a un Mesías con otras arrogancias.

Jesús necesita hablar con el Padre para recuperar en la noche su identidad divina y regresar a la mañana envuelto en amores y milagros. Debió darse cuenta de que todos le buscaban porque estaban solos de sí mismos, cautivos de enfermedades y demonios, llenos de sal y dudas. Buscaban a Jesús para evitar su naufragio sin descubrir que el Maestro sólo había venido a quererlos.

Todos te buscan, pero Jesús se esconde para orar en las sombras de la noche y regresar a los daños y a los miedos, a las diferentes pobrezas de los hombres con su mano más fuerte para curarlos y con la mano del Padre para que, además, se sintieran del todo perdonados. Iban a que les curara el cuerpo y se llevaban también curada el alma. Ah, quién nos iba a decir que podíamos soportar tanto cariño.