CIELO
Pudiera decirse que los
personajes bíblicos de este segundo domingo de cuaresma, todos miran al cielo o
el cielo los mira a ellos.
*Ante
las dudas de Abraham de ser padre a sus años, el Señor señala cielo y le
propone:
-A ver
si puedes contar las estrellas que sostiene el firmamento… Así será tu
descendencia.
No le
dio tiempo a Abraham para calcular la abundancia de arriba ni el agua del
manantial que había nacido en su pecho por haber creído. El cielo fue su raíz y
su rama, su proyecto y su andadura... Y aquel cuchillo se lo guardó de recuerdo.
*San
Pablo nos avisa hoy igual que lo hiciera antaño con los filipenses: mirad que hay muchos enemigos de la cruz de
Cristo… nosotros somos ciudadanos del cielo.
Todo se
mira en la vida según qué ojos o desde la esquina que hayamos elegido o nos hayan
obligado a elegir. La cruz representa los brazos de un hombre que se abren a la
anchura de la tierra por un amor que le viene desde el cielo. Porque del cielo
viene toda la paz y en cielo se congela toda la sangre. Al cielo vamos después
de haber mostrado a los enemigos de la cruz cuál es nuestro destino.
Con
cierta ironía, el poeta Ángel González nos ha animado, a los que creemos en su
poesía, a tener más fe… que en cierto
modo, creer con fuerza tal lo que no vimos nos invita a negar lo que miramos…
Al contrario, maestro, nos invita a mejorar lo que estamos viendo.
*Del
cielo viene la luz inmensa que envuelve a Jesucristo en el monte de la transfiguración.
Casi siempre, cuando Él invita a orar a sus amigos, Pedro, Juan y Santiago se
duermen o se caen de sueño. Por eso a ellos no les alcanza la dicha de la luz:
no están acostumbrados a hablar con el silencio, a aguardar que Dios les diga al
oído lo que espera de ellos. Ignoran aún la urgencia de abrazar la soledad y
encontrar en ella la mejor compañía.
Los ojos en el Esposo, escribía santa Teresa. Y el corazón en su Palabra.