…y yo estaré con vosotros todos los días
hasta el fin del mundo.
Mateo 18, 16-20
PRESENCIAS
Repaso las fotografías y ya no está casi ninguno:
se han ido deslizando todos por la pendiente de las umbrías; aunque quedaran
en las raíces de los árboles que se ven, a ellos no les ve nadie estremecerse
ni romper las costuras de la luz ni asomar su boca a las palabras. Ya no están,
aunque nos miren. Se nos han quedado ciegos los ojos para verlos, seca la piel
para tocarlos… Hoy, por eso, escuchar del Maestro decir que se quedará con
nosotros para siempre, me relaja el dolor de lo perdido.
Creo que fue Nietzsche quien se lamentaba: No hay
mayor sufrimiento que la ausencia de los que queremos… También nosotros podemos
referir desde Jesús: No hay mayor gozo y fortaleza que la presencia de los que
amamos.
Descubre tu presencia,
y máteme tu vista y hermosura;
mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.
Ay fray Juan de la presencia, cuánto duele hoy, a
la tarde, que estén fijos los corazones y las manos que aún vemos en las viejas
fotografías en las que al parecer se detuvieron, estranguladas, las esperanzas.
Cuánto se lamenta la juventud que tuvimos, lo desaprovechado de los embelesos.
Hasta las pisadas alcantarillas de la vida, arrastró el agua de lluvia los
rostros amados, la fuerza con que sosteníamos el mundo…
Menos mal que el Maestro, el Hijo de Dios, hoy nos
recuerda que la soledad es un sentimiento equivocado, porque Él nos promete su
compañía hasta el fin de los tiempos.