
06 mayo, 2007
DOMINGO QUINTO DE PASCUA Juan 13,31ss

29 abril, 2007
DOMINGO CUARTO DE PASCUA Juan 10, 27ss

EL BUEN PASTOR
En este breve y preciso evangelio de San Juan, él, que es tan hondamente escueto, nos ha dejado tres palabras clave para provecho de los siglos:
ESCUCHAR
Más que como una conquista ya cumplida, el cristiano desea escuchar la palabra de Dios con todas las consecuencias. Oír es otra cosa. Oír no es más que dejarse rozar por la palabra y no permitir que la verdad deje su herida necesaria. Escuchar, sin embargo, requiere el compromiso de trasladar el contenido de esa palabra a la vida. Escuchar es cambiar los muebles de sitio y dejar mucho espacio para la luz. Cuando las ovejas escuchan la voz del Maestro y la ponen en práctica, no podrán ya encontrarse praderas más jugosas.
CONOCER
Jesús es el buen pastor que conoce a sus ovejas. A cada una la llama por su nombre. En cada una comprende sus miedos, su fácil quebradura, sus asombros. Cada oveja tiene su lana y su costumbre, su forma de saltar y sus caprichos... y Él las toma de la mano, se echa al hombro a las cansadas, reconforta a las débiles, acaricia a las solitarias.
Sólo cuando se conoce así se pueden reconocer los méritos y las posibilidades de nuestros hermanos. Si nos pasamos la vida adivinándonos, lo más probables es que también nos pasemos la vida equivocándonos.
SEGUIR
Y ellas, las ovejas que saben escuchar mi palabra, son las que me siguen. Tendremos que decir como San Pedro: "Señor, adónde iremos si tú tienes palabras de vida eterna". Tus pastos son la verdad, Señor. Con los demás alimentos nos quedamos sin la satisfacción cumplida: "El corazón del hombre no se contenta con menos que Dios"... y eso lo sabemos, aunque no podamos explicárnoslo. Y notamos, en el estómago más hondo, un aprieto de ausencias, una campana que no suena y, sin embargo, te llama. Sin ti, Señor, nuestros amores son monedas de cobre que se gastan.
28 abril, 2007
DOMINGO TERCERO DE PASCUA Juan 21, 1-19

TESTIGOS
Para San Juan los discípulos son ya todos los que creen, cuantos aguardan que una luz, como a Pablo, les vaya indicando el camino de la decisión. Y serán, por fiarse, los primeros testigos. El Señor los recompensa con el hilo de nieve de su presencia. Después vendrá el Espíritu marcando itinerarios, pero ahora es tiempo sólo de contemplar cómo atraviesa las paredes, cómo los amansa con la Paz. Ahora es tiempo de quedarse extasiados viendo a su Maestro, al mismo Mesías Jesús que se cansaba con ellos por los alrededores de Tiberíades, transparente, como hecho de vapores sus manos y su rostro. Ellos son los testigos. Y seguramente guardarían aquel resplandor hasta la muerte, como niños que no sueltan el mejor regalo.
EL AMOR A PEDRO, EL AMOR DE PEDRO
Desvalido, como siempre. Como siempre fuerte y débil a la vez, de piedra y de arena, con las olas muy cerca para disimular el llanto. Pedro, sin esperarlo, se encuentra de pronto con la voz y la fuerza del Maestro: Pedro, ¿me amas?... Está poco acostumbrado el pescador a enfrentarse con delicadezas, y le responde como sabe, como puede, quizá mirando al agua o al pescado sobre la brasa.
Sólo quiero detenerme un instante en la actitud de Jesucristo que, como un mendigo, como el más pobre de los hombres pregunta si le quieren. Hasta el final, el Hijo Todopoderoso del Padre, es más hombre que ninguno.
14 abril, 2007
DOMINGO SEGUNDO DE PASCUA (C) Juan 20,19

07 abril, 2007
DOMINGO DE RESURRECCIÓN

01 abril, 2007
DOMINGO DE RAMOS LUCAS 22 PASIÓN DE NTRO. Sr. JESUCRISTO

PALMAS, OLIVOS Y TRAICIONES
Siempre habrá lugares, paisajes misteriosos que enlacen la vida con los sueños y nos hagan reconocer en la tierra las grietas de la esperanza. Donde hay olivares y palmeras habrá a todas horas una mansedumbre de gasas empapadas en aceite que detienen los fríos con sus manos untadas...
En el Domingo de Ramos, los ramos son bienvenidas de olivo o pechos grandes, abiertos, de palmera. Bendito el que viene en nombre del Señor. Pero esas hojas y palmas benditas que pisó Jesús fueron testigos de la traición de un pueblo, que siempre debió estar agradecido; de la traición de Pedro, que tuvo ya toda la vida las llaves de la Iglesia mojadas con sus lágrimas; y de la traición de Judas, irremediable, de monedas manchadas, y un árbol --bien distinto al de la cruz-- donde encontró la muerte, él, que estuvo tan cerca de la Vida. Traiciones entre palmas, alabanzas, olivos derramados en la colina de Jerusalén, y un escozor en los ojos que impidió el recibimiento de la luz. No han cambiado tanto las cosas en esta vida nuestra, porque siguen altas las palmeras, retorcidos y generosos los troncos de los olivos y un pobre amor de sentimiento o de gestos que traiciona nada más volver la esquina de la Semana Santa.
24 marzo, 2007
DOMINGO V de CUARESMA Isaías 43,16 Juan 8,1

16 marzo, 2007
IV DOMINGO DE CUARESMA Lucas 15,1 ss. El Hijo pródigo

LAS MANOS DEL PADRE
La parábola que mejor descubre las intenciones del Padre Dios sobre nosotros es la del Hijo Pródigo. En ella se perfila la desmesura de un amor que sobrecoge por su fidelidad constante, por su ternura gestualizada, por el respeto que sufre y deja, por una acogida inmerecida y sin límites, por la callada generosidad incalculable...
Esto y más es lo que deja el hijo cuando se aparta. Esto y más es lo que obtiene el hijo cuando regresa.
Los entendidos en arte señalan que en este cuadro del Hijo pródigo, de Rembrandt, las manos del padre, inclinadas al hijo y a la luz, son bien distintas en hechura porque una, con los dedos abiertos, sostiene, aprieta, es mano de hombre; la mano de la izquierda, con los dedos más finos y cerrados, acaricia sosegadamente y más bien parece mano de mujer. Rembrandt señala con ello que Dios es padre y madre a la vez y que tapara con su luz indeclinable los harapos y las heridas de sus hijos.
...Quizá sea necesario a veces perderlo todo para encontrarse en la urgencia de buscar nuevamente el fondo. Allí, siempre, estarán recientes las huellas del padre, que pasea en la intimidad insatisfecha del hijo, sin saber y sabiendo que de él depende el que todo vuelva a ser como fue antes.
ESOS CURAS VIEJITOS QUE NOS PERDONAN
También celebra la Iglesia hoy, vísperas de San José, el día del seminario. A él miramos todos los creyentes con el desasosiego humano de ver cómo se achican los servidores y se agrandan las necesidades. Cada día tenemos más dificultad en encontrar las manos que perdonan, que bendicen, que restauran la amistad perdida con Dios, tan anhelada. Las manos padreymandre de la misericordia. Cada día se oye decir que hay menos curas.
Recuerdo una tarde desapacible en Rosario, de esas tediosas, desangeladas, sin horizonte concreto y sumergido en una triste soledad sin músicas... en tales circunstancias fui a confesarme a una iglesia lejos de la mía, de padres redentoristas. Tan solo y umbroso como yo estaba el templo de tres naves con la únca luz del Sagrario y un cura viejito orando en uno de los bancos del final. Pedí confesión y, al terminar, con parecidas a las manos que pintara Rembrandt al padre de la parábola sobre mi hombro, dijo aquel padre desde su corazón: "Tú no sabes, hijo, hasta qué punto Dios te quiere"... Ciertamente él estaba trasladando la verdad de ese amor con sus manos apretándome el hombro... Cada vez que entro a una iglesia recuerdo aquella escena y me pregunto: qué sería de nosotros sin esos curas viejitos que nos perdonan.
09 marzo, 2007
III DOMINGO DE CUARESMA Éxodo 3,1; LUCAS 13,1-9
05 marzo, 2007
DOMINGO II DE CUARESMA Génesis 15,5 LUCAS 9,28

A VER SI PUEDES...
Dios sabe que Abrahám confía en Él sin que tenga necesidad de demostrarle nada, sin nada a cambio, más que el eco de la voz divina que resuena en su pecho. Dios, sin embargo, quiere multiplicar su confianza: ¿Ves esa multitud de estrellas?... A ver si puedes contarlas... Así de numerosos serán tus hijos. Igual que las estrellas llevan una lámpara en la mano, así tus hijos llevarán mi gracia permanente en sus ojos.
De tanto mirar abajo, nos llega de vez en cuando la desconfianza. Y decimos: Viendo cómo está la vida, ¿quién nos sucederá en la fe?. La promesa abundante de la multitud de hijos hecha por Dios a Abrahám nos anima a mirar al cielo con más frecuencia hasta que encontremos en las noches del mundo los puntos de luz de la esperanza.
LA LUZ ENSIMISMADA
Pedro, Juan y Santiago, el Monte Tabor, la blanquísima luz en el rostro del Maestro y en sus ropas, el deseo de permanecer así toda la vida, la nube y la voz...son temas, cada uno de ellos, sobre los que podría abrirse un largo pensamiento para la vida.
Como no es tanto el tiempo ni la paciencia, me detengo a considerar que cada uno proyecta sobre los demás la luz que lleva. Y al Señor le correspondió, como Hijo del Altísimo, reflejar la divinidad, detenerla en un punto, blanquear el instante a su manera de Dios para que Pedro, Juan y Santiago conocieran anticipadamente el incendio del amigo. Él pudo hacerlo. Y nosotros, en la medida en que nos acerquemos al resplandor de la oración, dejaremos a un lado y para siempre las puertas cerradas y las sombras.
Hay gentes que nos regalan conocimiento, esperanza, amor y paz, y quisiéramos quedarnos con ellos toda la vida. A éstos, no haría falta preguntarles si están cerca de Jesús: la luz no miente. Por el contrario, tendemos a apartanos de aquellos cuya presencia no nos dice nada. Será porque su corazón no ha permitido que Dios en ellos abra la boca; necesario será, sin embargo, aguardar con ellos ese instante.
21 febrero, 2007
DOMINGO I DE CUARESMA Lucas 4, 1-13
Las señas de identidad para saber si un hombre ha llegado a ser hombre, desde las que se ha superado a sí mismo, puede que sean la arena y la soledad.
En la arena del desierto, adonde vivió Jesús cuarenta días, son protagonistas el fuego de la mañana y el frío de la noche, las dunas imprevistas y la ausencia de palmeras y caminos. En la arena, como escribía Aleixandre, se destrozan los amarillos. Jesucristo, en la arena del desierto, sometido a las tentaciones, apareció menos Dios y más hombre. En la arena clavó sus ojos, desafió a los verdes y cómodos pasillos, quemó la luz oscura del Diablo y le echó un pulso a la debilidad y al ejemplo. Su respuesta, pudo también haber sido ésta: "Aléjate de mí, Satanás, porque te has quedado sin esperanza".
Frente a tantos paráisos prometidos, la soledad se abre caminos en el pensamiento. Nadie está solo si tiene enfrente un deseo. La soledad de Jesucristo, como la de cualquiera, es imprescindible para fijar los sueños en el sitio de las realidades, para ir preparando sólidamente las respuestas a lo que la vida nos propone, para desenmascarar al Diablo que viene de bueno para invitarnos a su fiesta. Solo, sin ángeles, con el mar lejos y la arena cerca, Jesucristo, envuelto en seguridades, le dijo a Satanás, con otras palabras, que únicamente está solo el que hace daño.
Mientras tanto, en respuesta a tanta generosidad, a tanta fuerza, las piedras se fueron haciendo blandas, como panes, que luego serían su Cuerpo en las manos abiertas ofrecido. Las alturas terminaron en un escalón apenas; y las hambres, todas las hambres, se saciaron con ambrosías y con bandejas de frutas que traen de secretos rincones los querubines.
Los combates ganados son, al fin, muchos ojos llenos de luz mirando al mismo sitio.
15 febrero, 2007
DOMINGO VII del T. ORDINARIO Lucas 6,27-38

SED COMPASIVOS COMO VUESTRO PADRE ES COMPASIVO.
Hasta que vino Jesucristo, parecernos a Dios era una locura; desde Él, al hombre comienzan a notársele los gestos del Padre, como el de la compasión. La diferencia es que Dios se compadece gratuitamente y nosotros para que sean tapados nuestros delitos.
El hombre necesita ser reparado, ser compadecido. Los delitos nos abruman, dice el salmo, pero a alguien tenemos que contárselos, a alguien de confianza para que comprenda con nosotros la debilidad y justifique, conm su afecto y su atención, nuestra impotencia. Como había escrito Terencio: necesitamos encontrar a alguien mayor que nosotros, pero que no le sea ajeno nada de lo humano. También Cicerón advertía que confesar es buena medicina para el que ha errado.
Jesucristo es compasivo hasta el extremo porque se ha metido hasta lo hondo de nuestra pobreza, se ha hecho el más desvalido de las criaturas. Sabe que el lobo sólo cambia de piel pero nunca de naturaleza. Así, desde su naturaleza inclinada, el hombre necesita una y otra vez la compasión porque una y otra vez, interminablemente, se equivoca.
CADA UNO A LO NUESTRO
Pero ser compasivos no significa sólo perdonar o sentirse perdonados, también significa ser acompañados. Compadecer es padecer con alguien, aunque no necesariamente en el sufrimiento, sino en los diferentes recorridos de su vida, con discreta preocupación, y especialmente con los más débiles.
Destacamos en este sentido a dos de los grupos más significativos que precisan de este acompañamiento:
-A los que no encuentran sentido a sus vidas, creyendo que lo que hacen es poco o poco aprovecha. Al sentir que no son amados, entienden que una vida así no merece la pena ser vivida.
Compadecemos a los que hoy se sienten así por enfermedad, por ignorancia o porque la sociedad les ha deformado los espejos.
-Y compadecemos a los que están solos sin haberlo querido y se levantan cada mañana mirando a un horizonte que no se desplaza. No es la primera vez que denunciamos vivir en el tiempo de las comunicaciones sin interlocutores.
Están solos los ancianos en sus residencias alfombradas o con aire climatizado y con todos los servicios a la medida de las leyes. Solos porque no son visitados por quienes son ellos mismos, sino como fruto de una caridad que ve en ellos su propia redención.
Solos la multitud de jóvenes en fines de semana, hablando y hablando entre ruidos, con vasos en la mano y sin proyectos en el líquido de sus palabras.
Solos los matrimonios que han visto cómo sus hijos crecieron y ahora se aburren por cumplir que ya han cumplido su tarea.
Guillén resalta hoy la soledad de nuestro mundo en un sólo verso: "Dame el aliento o lo que sea. Dame el aliento que me acompañe".
09 febrero, 2007
DOMINGO VI DEL T.ORDINARIO (C) Lucas 6,17.20-26
La dicha, qué es la dicha? (La palabra
No me hace feliz, dicho de paso). Yo diría
Que es sencillamente ir contigo de la mano,
Detenerse un momento porque un olor nos llama,
Una luz nos recorre, algo que nos calienta
Por dentro, que nos hace pensar que no es la vida,
La que nos lleva, sino que nosotros somos
La vida, que vivir es eso, sencillamente eso.
(José A. Muñoz Rojas)
El evangelista Lucas --la palabra de Dios-- contrapone y condiciona los futuros al presente: Si eres pobre ahora no vas a serlo toda la vida; si ahora te persiguen, no serás siempre un fugitivo; si tienes limpio el corazón, poseerás eternamente la bengala de las estrellas; si lloras, nadie podrá cerrar la raya de tu risa… Todo para el mañana, como un proyecto fiable que el horizonte señala. Sólo cuando se ha elegido ya ser pobre, el futuro se vuelve presente, y es desde ese instante cuando el Reino es tuyo: Dichosos los pobres en el espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos. Es, es, es… y entonces no tenemos más remedio que echar mano al arca de las alegrías para dejarnos sorprender por la hermosura de la Verdad.
Sin embargo, en toda esta lista de elegidos y dichosos abunda más el barro que los mármoles: ni del todo somos pobres ni del todo somos ricos, ni nos persiguen a diario ni nos dejan de perseguir cuando menos se espera, ni usamos de la misericordia como un traje de ponerse todos los días. ¿Qué será de nosotros, Señor, que venimos de tan lejos sin habernos cansado, que no sufrimos ni gozamos nada del todo; a medias casi siempre entre el barro y el oro?. ¿Qué futuro tendremos desde estas condiciones?.
MANOS UNIDAS
Privar a millones de niños y de jóvenes de la espuma preciosa de las letras, dejarles que naufraguen en la sombra teniendo el sol detrás de un velo, matarles de ignorancia y de sed gozando nosotros de un mar de bibliotecas donde todas las barcas salen a la sorpresa, a la imaginación del agua…
En mi tiempo de servicio militar, el capitán dispuso que enseñara a leer a soldados compañeros que venían de un campo todavía sin escuelas: La del rabito es la a, aquella que parece un gusanito es la eme, la o que le sigue es un canuto, un anillo que abraza la mirada, y esta otra respingona, como una silla pequeña donde apoyarse es la ere… Si las juntas, se escribe amor, se lee amor, se enciende en llamas la pluma de escribir candelas. Aquellos muchachos –nunca más los vi—se llevarán si viven la memoria al pecho y se les quemará aún la garganta al pronunciar amor que aprendieron a decir entre fusiles para intentar vivirlo luego entre las muchas artillerías de los destinos. Puede que haya sido lo mejor que he hecho en mi vida.