DOMINGO VI del TIEMPO
ORDINARIO
Marcos 1, 40-45
MODOS DE
COMUNICARSE
A
fuerza de tiempo y descalabros, hemos ido aprendiendo a comunicarnos con la
punta de sabiduría necesaria para ser bien interpretados y obtener respuestas a
la necesidad.
Antes
de entrar en una habitación, llama, y pregunta si se puede; da las gracias cuando recibes algo o matiza
un por favor cuando algo has de pedir… nos enseñaban cuando niños. Da gusto la
serenidad que deja una educación que se ampara en gestos precisos que sepan
dulcificar la convivencia. Una mirada limpia, una postura de labios, un
silencio expresivo definen a quienes tenemos en frente o nos dejamos definir
por ellos. Es requerida por todos la persona que aprendió a domesticar sus
expresiones.
El
leproso que hoy nos presenta san Marcos tuvo tiempo de sobra para ensayar qué
le iba a decir al Maestro cuando pasara, de qué forma casaría la palabra con la
herida. Nada más verlo se puso de rodillas: Si quieres, puedes limpiarme…
Parece que estaba allí García Trinidad cuando escribió: El dolor se hizo carne ensimismada / y comenzó la cuenta de los días.
Loas
días que se encienden de salud son los que merecen ser contados. Y la salud
comienza con el acomodo del alma a las manos del tiempo. Salud es encontrarse
con Jesucristo en cualquier encrucijada donde la sombra acecha para que
regresemos a la angustia.
No
digo yo que el milagro se lleve a cabo por cómo le pedimos a Dios las cosas,
pero la elegancia de las palabras y los gestos ayudan mucho. San Juan de la
Cruz, que tan profundamente lo conocía, escribe que tiene Dios tal condición
que se deja enredar en un cabello. Saber pedir es un arte y saberlo agradecer
nos convierte en poetas.
(Foto: Montoro supo pedir su hermosura)