EL PAN Y LA PALABRA
Ni el Pan solo ni sola la Palabra. La vida del cristiano debe ser la consecuencia de lo comido y lo escuchado desde Jesucristo.
San Juan de la Cruz luce en su poema de la Fuente el contenido misterioso que el Señor quiso dejarnos en su Última Cena. De la Fuente de Dios beben los cielos y la tierra y que de ella viene toda la luz, por más que sea de noche, escribe el santo. Y esta Fuente inagotable está escondida en el Pan de la Eucaristía, por darnos vida. Y todas las aguas que se desean para alivio y purificación, fray Juan las ve en este Pan de Vida que permanece en soledad y acompañado en el Sagrario, por más que las circunstancias se empeñen en que sea todavía más noche.
Sin este Pan, y la Palabra de Dios que lo sustenta, moriríamos sin sentido y desolados en las muchas complejidades de nuestra propia historia que nos marca hoy el libro del Deuteronomio. ¿Qué sería de los padres que pierden un hijo, sin Dios? ¿Qué sería, sin la fe en Jesucristo, de los otros muchos indignados por apremios que pueden haberlos llevado a quedarse sin casa, sin dinero, sin esperanzas?... Puede que su Pan y su Palabra no lo remedien, pero con cuánta fidelidad nos acompañan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario