LA VIDA A EXAMEN
De vez en cuando se tiene conciencia de que la vida es una encrucijada llena de miedos y de posibilidades. El que ha sabido elegir goza del mayor don que Dios regala en este mundo porque, acertar en la diana de cada circunstancia es dejar atrás los cadáveres del sufrimiento y sujetarse a la dicha que supone el encuentro con lo más puro de la luz.
El tercer domingo de adviento, que solemos llamar de gozo, nos ofrece excelentes materiales bíblicos para construir en nosotros la casa de la alegría: Estad alegres siempre, nos recuerda San Pablo, pero ¿cómo?, ¿qué camino seguir en los numerosos caminos que se nos presenta a diario, llevando cada uno su propia hermosura y su desatino escondido?. Nos rendimos casi siempre al descubrir que, con este pulso, no acierta la mano con la herida. ¡Estad alegres!.
Demasiadas equivocaciones en demasiados años detienen en su muro la alegría. Sin embargo, nos bastaría para aprobar el más difícil de los exámenes, respondiendo acertadamente con las tres propuestas-preguntas de Isaías y con la sola exhortación de San Pablo:
-¿Sabemos el sitio donde están los hornos de la luz para llevar luz y ejemplo a quienes insisten con los ojos cerrados?
-¿Sabemos llegar a la fragua donde se rompen las cadenas que esclavizan la voluntad para que el bien no pueda emprender su viaje y su vuelo?
-¿Sabríamos enterrar el corazón rencoroso, dónde se olvida el daño y se recupera la ternura?
...En el ESPÍRITU, sólo en el fuego del Espíritu danza la alegría de su llama que alumbra, en la que Dios se desvela.
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