16 noviembre, 2013

DOMINGO XXXIII del TIEMPO ORDINARIO. Miqueas 3, 19-20

LA SALUD EN LAS ALAS


...Pero a los que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las alas.

Esta preferida cita de Miqueas, que lleva luz y viento en la intención y en la palabra, abraza hoy el sentido litúrgico de lo que significa la Iglesia Diocesana. La Iglesia, por venir de Jesucristo y por lo que hace, lleva la salud en las alas.

Antes de hacerme tres preguntas cuyas respuestas todos deseamos, agradezco a Dios profundamente que avive con la llama de su Espíritu mi amor a la Iglesia: ella es el lugar donde descansa mi pensamiento, donde mi amor se cumple.  Y ahora, la artillería :

-Tiene algo que ver la Iglesia de hoy con la que fundara, hace veinte siglos, Jesucristo?

Las primeras comunidades que relata el libro de los Hechos de los Apóstoles, corresponden a una Iglesia doméstica en sus comienzos, sin que un número significativo exigiera lo que hoy llamamos una infraestructura. Hoy somos alrededor de mil cuatrocientos millones de católicos, que precisan atención pastoral, constante búsqueda de la verdad profunda de las Sagradas Escrituras, permanente solidaridad y conocimiento en comunión con todas las iglesias. Son indispensables los servicios y las personas que hagan posible una interrelación tan compleja y universal.  El Amor es el mismo. La persona de Jesucristo que encarna ese amor sigue inalterable. Los principios y los valores nunca pedieron su brillo.

-Por qué no se venden las cuantiosas riquezas que en obras de arte y propiedades posee la Iglesia y se reparten entre los pobres?

La historia y la cultura han legado a la Iglesia una incontable riqueza significada en sus museos, en las catedrales, en sus edificios... La Iglesia no es rica, cuanto tiene está al servicio de todos y sus obras de arte son patrimonio de la humanidad, no son fungibles. Quién podría adquirir Las Piedad de Miguel y para qué... La Iglesia garantiza así la universalidad de su hermosura. Por otra parte, si todo se pudiera vender, apenas podría solucionarse un rincón del inmenso agujero de pobreza que asombra al universo. Por ejemplo, con esa hipotética venta puede que se resolviera ahora las consecuencias del tifón que asola a Filipinas. ¿Y el próximo tifón, con qué se paga?.. No. Los culpables de tanta miseria somos todos y la injusticia de quedarnos con lo que no nos corresponde y la ambición desmedida y la caridad atrofiada. Lo que urge es cambiar el corazón del hombre.

-¿De dónde viene y adónde va el dinero de la Iglesia?

Viene de tres fuentes principales: Del porcentaje que le corresponde, a raíz de la libre y voluntaria asignación, que los cristianos marcan en su casilla de la renta (IRPF). De la aportación convenida por grupos cristianos a su parroquia para el sostenimiento de su cáritas y pago de los servicios (luz, agua, empleados, sacerdotes...) cuyos beneficio ellos son los primeros en recibir. Y de las colectas dominicales.

 Y el dinero que recibe la Iglesia en España va a: Ahorrarle al Estado al año casi cuatro mil millones de euros en sus centros concertados que abaratan a la mitad lo que cuesta una plaza en colegios públicos. A cuatro millones trescientas mil personas que han recibido prestación alimentaria y, en bastantes casos, múltiple por su extrema pobreza. A 304 centros de promoción del trabajo, más 103 de rehabilitación de drogodepenbdientes. A 142 hospitales, 235 guarderías, 821 casas de ancianos... podríamos seguir.

Nadie como la Iglesia comparte más con lo que recibe. Hoy no son precisos los reproches, sólo manifestar las evidencias.

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