VOCACIÓN Y MISERICORDIA: LOS RAYOS QUE NO CESAN
Hablando del incierto futuro que tienen nuestros hijos a la hora de conseguir trabajo, uno de ellos quiso quitarle dolor respondiendo: Los jóvenes de este país tenemos tres salidas: por tierra, mar o aire...
Cuando Dios llama, ni siquiera esas salidas nos brindan escapatoria. Se puede hacer el intento de huir, como Jonás, al requerirle su ayuda para que Nínive se convirtiera. O quedarse extasiados ante la mirada de Jesús, como Andrés, Juan o Pedro, que sólo estaban acostumbrados a los ojos del agua. Se puede justificar, como Moisés, el no tener la lengua ligera... Pero cuando Dios se fija en alguien, nadie hasta ahora ha encontrado sitio para esconderse, ninguna voluntad puede cruzarse de brazos porque unas manos te llevan, inevitablemente, a los asombros.
Jonás quiso escaparse sin Dios y pronto supo que sin Él no hay destino. Juan, Santiago, Pedro... prefirieron que la luz los rodeara antes que extraviarse sopesando el cálculo de las dudas.
...El rayo que no cesa de la vocación se resiste hoy a invadir la decisión de los jóvenes, que les cuesta más que nunca elegir entre réditos inmediatos o fortunas a largo plazo, entre responsabilidades laboriosas o contratos de amor por unos días. Les recordamos que Dios es buen pagador, como decía Santa Teresa, y sabe juntar lo humano con lo divino para que tampoco el corazón de carne se sienta deshabitado.
También, y acaso sin saberlo, las Nínives de nuestro tiempo aguardan el otro rayo que no cesa de la misericordia desde las manos elegidas para regalar el perdón. Desde la Iglesia y sus ministros que ofrecen paz en los sacramentos. Los dos rayos --no podemos olvidarlo-- precisan de una llamada y de una respuesta. La primera está asegurada; la segunda, aún tiembla en la perplejidad de cada uno.
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