LOS OTROS CAMINOS
La liturgia de la Epifanía del Señor, el día de Reyes, trae en sus manos el repetido gesto de la luz en la noche, de la envidia de Herodes y el de la posibilidad de otros caminos.
En la noche se escucha el desenfreno de la soledad que ruge buscando compañía, los pájaros en su sueño sobre el escaso resplandor de una rama, la luna caprichosa temblando sobre el agua... La noche es también la duda, el extravío del alma, pero sólo en el dolor de la noche puede reconocerse la estrella personal que nos indica una presencia nueva. Sólo en ella Dios se acuna como la inquietud que ha encontrado su sitio.
Herodes tuvo miedo de que otro Rey más rey le arrebatase el trono. Miedo a que la luz descubriera que su poder no era más que una complacencia de Roma, un convenio de intereses expuesto a que se lo llevara un viento fuerte. Y recurrió al engaño de que él también quisiera adorarlo si supiera dónde había nacido ese Niño que algunos pueden confundir con un rey. Engaño que un sueño otra vez desenmascara.
Cumplida su misión y los regalos, los Magos volvieron a la rutina de su vida, a seguir mirando al cielo desde la inquietud de los pueblos donde vivían, a sentir la satisfacción de que su estrella no era una locura, sino la respuesta a la noche. Vieron a Dios y ya no les valía el viejo camino que trajeron, necesariamente habían de regresar por el camino de la luz... otros son los recorridos cuando Dios acompaña.
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