EL AMOR, EL BANQUETE Y LOS MONTES
... Son las palabras
escogidas hoy por el Espíritu para que las agitemos en el pensamiento y nos
embriaguemos del color y los sabores de la presencia.
Pareciera que Isaías tiene en su vida un paisaje de
montes. Además de los manjares suculentos que brotarán del monte que hoy nos
señala, el profeta también ha escrito: “Qué hermosos son sobre los montes los
pasos del que trae la buena noticia”. O también: “Convertiré todos mis montes
en camino y no pasarán hambre ni sed, porque el que tiene compasión de ellos
los guiará”…
En el monte Ararat se detuvo el arca de Noé tras el
diluvio y prometió Dios que, desde entonces, el agua que enviase a la tierra no
sería desbordada. Allí les prometió misericordia.
David, después del inmenso pecado, invoca con
inmenso dolor: “Alzaré mis ojos a los montes, de dónde me vendrá el auxilio”.
El Gólgota es el monte definitivo donde se unifica
el banquete del amor divino en la entrega sin límites de la sangre enamorada y
con el agua salida del pecho de Jesucristo derramando perdón..
Para los cristianos, el monte Carmelo es el signo
de la paciencia y de la búsqueda, de la oración que aguarda la nubecilla que
pasea por el cielo intimidades. Con los ojos en el Carmelo, fray Juan de la
Cruz pudo escribir con ansias: Oh montes y espesuras plantadas por la mano del
Amado / Oh prado de verduras de flores esmaltado… decid si por vosotros ha
pasado…
Subir por el monte de la vida es soportar el
sufrimiento de la lluvia en los inviernos, las fierezas del sol, el aire que
falta de la altura. Y pocas veces una mano que te acompaña por las huellas de
la nieve que otros marcaron antes con su propia soledad. Subir al monte es
quedarse sólo con la camisa de un viento que quema… Mas, aunque en el instante
de llegar en el monte no haya nada ni nadie que nos reciba, Dios aparece pronto
desde su escondite con la mano de limpiar sudores y acariciar sin medida.
Manjares suculentos en el monte que Isaías hoy nos
muestra. Banquete de bodas del hijo de un rey al que Jesucristo nos invita
desde san Mateo y al que no van los que fueron llamados por miedo a sufrir la
anchura violenta de la luz…
Me quedo hoy con el empeño de subir al Monte donde
Dios me espera. Que sólo el verlo será traje de fiesta, tarjeta para la alcoba
principal del castillo, eternidad de bodas.
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