OSCURA
COMO NOCHE
El indispensable andamiaje entre
las relaciones humanas es confiar en aquel con quien se ha decidido convivir.
No se puede construir una casa sabiendo que los materiales aguantarán poco.
Como tampoco puede ampararse una vida en alguien que no es claro y limpio y cuya
existencia no ofrece argumentos que permitan indispensables descansos.
Vivir es ofrecerse en medio de la
lucha. Y, como Diógenes con su lámpara buscando hombres honestos, buscar
también las mejores compañías. El que quiera abismarse en la soledad más
honda sólo ha de hacer una cosa: desconfiar de todos.
YO CREO EN JESUCRISTO como Hijo
de Dios porque Él siempre abrió sus manos para abrazar, nunca para pedir. Por
su amor indiscutible, abierto, enloquecido, desorganizado. Amor lleno de sorpresa y
fuegos, iluminando suficientemente el precipicio de la duda. San Juan de la
Cruz enseña que la fe son los pies con que el alma va a Dios en oscuro
recorrido, pero con la garantía de una luz, como cabeza de alfiler, en la boca
de la noche.
YO CREO EN JESUCRISTO para no sentirme como santo
Tomás, sólo razón y cálculo, después de haber visto tantas veces la presencia
del Maestro, cómo se llenaba con
Él la barca de peces, y el mar desde su mano se amansaba. Con qué exageración
entrañable perdonaba los pecados y los olvidos. Cómo llenó de luz el Tabor y
las tristezas de sus hermanos. Y la
obediencia con que fue a la Cruz sólo pudo venir de un corazón inmenso.
YO CREO EN JESUCRISTO porque
nadie como Él me garantiza el asombro, el cumplimiento de los sueños, los
instrumentos de la transformación, la energía en los desánimos. Y porque
ninguna poesía me acompaña tan lúcidamente como la suya.
Cierto que no puedo asegurar adonde
conducen los otros caminos, pero sí estoy convencido, por un no sé qué en el alma, que los suyos me llevan a la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario