10 septiembre, 2011

DOMINGO XXIV del TIEMPO ORDINARIO. Eclesiástico 27,33 ; 28,9 y Mateo 18, 21-35

Siena y ciprés

AJUSTE DE CUENTAS

Dice un amigo mío que Toda la luz es un tránsito. Como la vida. Como el viento. Por eso el libro del Eclesiástico advierte lo bueno que sería pensar en el fin y cesar en los enojos. Sobre todo a la tarde, como escribe San Juan de la Cruz, cuando oscurece el sol humano en los horizontes y aún tenemos el amor como asignatura pendiente.

Al ser Dios un exceso, es decir, una realidad que nos desborda, nos sigue costando mucho trabajo entender las formas que tiene de relacionarse con sus hijos, fundamentalmente en los amores y en el perdón. Sería más fácil ajustar los tipos de cielo que corresponden según las conductas. Sería más entendible la lógica, pero Dios no ajusta cuentas, regala sus abundancias. La larga libreta de las deudas hace tiempo que fue quemada en el Árbol de la Cruz; y la memoria de lo que fuimos, ha sido por su amor olvidada. Sencillamente esto es lo que nos pide hoy su voz y su liturgia: que tratemos de parecernos a Él, que nuestros perdones no sean a medias y que no acunen en la sangre de la memoria viejos desprecios.

No afrontes el perdón como un acto de justicia, sino como un regalo, como una forma de ser. Y piensa dulcemente como Jiménez Lozano, que el Juicio Final es casi seguro que se suspenda a causa del mal tiempo.


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