11 junio, 2011

DOMINGO DE PENTECOSTÉS. Hechos 2,1-11 ; Juan 20, 19-23

ENTRE EL MIEDO Y LA ALEGRÍA

Un verso extraordinario de Octavio Paz podría acercarse al reflejo que hoy deja en la Iglesia la Fiesta de Pentecostés: LUZ QUE ACABA EN SABOR, LUZ QUE SE TOCA... Porque verdaderamente las lenguas en fuego del Espíritu dejan en lo más profundo un sabor añadido, una quemadura suave que purifica el daño de los continuos pecados y edifica otra vez el horizonte deseado. Además, puede tocarse porque también es fruto que llevamos a la vida, almendra abierta.

Pero es inevitable que me dé miedo el miedo de los apóstoles pensando en nuestras cobardías. Tras la llave echada en la cerradura de las puertas trataban ellos de salvaguardar el infinito relámpago de la Palabra que el Maestro les legó como un tesoro, el Astro de su figura aparecida cuando cerraban los ojos y la sortija de una Alianza que no podía permanecer en la Iglesia sino a fuego de fragua. Así no podían seguir mucho tiempo. Por eso el Viento les llega y les empuja, les remueve la fatiga de la sangre y les envía a la intemperie de su Luz para que el mundo la saboree, para que el mundo pueda tocarla. Todo ese sinvivir de pronto, estrangula el miedo y salen a la calle con una alegría que ya nadie jamás podrá quitarles.

...Echamos hoy de menos esa alegría apasionada que surge de corazones convencidos y enamorados. Demasiada pesadumbre y lágrimas rodean a nuestro tiempo donde la risa era la niña de la casa que iba con la familia a todas partes. Risa venida del manantial de la fe, de unos dones interiores que equilibraban la balanza de pagos de nuestras finanzas espirituales. Risa de lo bien hecho y del amor compartido... Ahora se resisten los junios a dorar las espigas. Muchas puertas se han cerrado al Cristo que fue paz y faro de aquellas juventudes. Diera la impresión, también entre nosotros, que la risa es comprada... Sin embargo, no tengamos miedo: el Espíritu del Señor hará hoy que su Viento se lleve los despojos y el fuego nos permita nuevamente hablar en el lenguaje de la esperanza.


No hay comentarios: