05 noviembre, 2011

DOMINGO XXXII del TIEMPO ORDINARIO. Sabiduría 6, 12-16 ; Mateo 25, 1-3

Retrato de mujer. Diego Rivera

LÁMPARAS

Hacía tiempo que Margarita no confiaba en la lámpara de su boca. Hablaba o refería cosas como el que acaba de llegar de una sombra. Margarita tenía los ojos adormilados del que no ha aprendido aún a soportar la luz. Un día le llegó la primavera y tuvo que cubrirse con las hojas de pasados otoños. Margarita no se daba prisa por vivir porque nadie en la vida la esperaba. Sólo era capaz de asomarse en las mañanas por si podía descubrir algunas evidencias.

A sus treinta y dos años decidió calcular el abismo más alto para asegurarse que no regresaría. La luna, a su aire, no tenía dueño aquella noche. Pero una extraña mano la detuvo, salió al paso de su pensamiento, y llenó de caricias su miedo.

-¿Cómo te llamas?, preguntó Margarita a quien la sostenía.

-Mi nombre es aire y mi destino es descubrir a los perdidos para mostrarles el camino de la Verdad. Ofrezco mi sangre dulce a los olivos para que pueda encontrarse en ellos el jugo de la luz. Otros me llaman Sabiduría. Los más amigos me llaman a tientas el Esposo. Y hoy alumbro los temblores de tu mano para indicarte dónde el Amor vigila: ¿Ves en el horizonte aquel Silencio?. Pues allí Dios se pone de rodillas para hablarte...

Y Margarita, cuando a los pocos meses una niña le preguntó qué edad tenía, respondió con voz adolescente que apenas si sabía hablar de lo pequeña que era.

No hay comentarios: