31 diciembre, 2011

SANTA MARÍA MADRE DE DIOS Lucas 2, 16-21

PASTORES

Seguramente los pastores vieron también una estrella. Nadie puede hablar así de un niño sin un conocimiento profundo, misterioso, desbordante de una novedad que superaba la luna y la escarcha de aquel diciembre.

Después, todo el mundo fue preguntando a los pastores qué habían visto, qué blancura distinta dejó la luz en los pañales. Por eso, fray Juan de la Cruz no le quedó más remedio que escribir: Pastores, los que fuereis allá por las majadas al otero, si por ventura vierais a aquel que yo más quiero, decidle que adolezco, peno y muero... morir por no haberlo visto. Vivir para poder verlo. Que este año 2012, entre los cortinajes de la niebla podamos descubrir al Dios asomado al ansia de cada corazón esperanzado.

La impaciencia ha dominado la historia de los hombres. Con la impaciencia de la Virgen se adelantó el anuncio del sí quiero. Por si llegaba otro ángel con otro sueño, se impacientó José, desvelado en la noche. Se impacientaron los Magos porque esa estrella en el cielo era más luminosa de lo que esperaban...

Pero la impaciencia cristiana debe ser dichosa porque el Amor de Dios, gracias al Niño, comienza a deshacerse en la boca.

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