12 mayo, 2012

DOMINGO VII DE PASCUA . Juan 15, 9-17

Úbeda. PP. Carmelitas

EL AMOR MÁS GRANDE 


 Las vidas, todas las vidas, se reducen al hechizo de unas cuantas palabras que se cuelgan en la memoria de quienes las vivieron. La vida de Jesucristo, sin embargo, es un conjunto inacabable de emociones, miradas, desvelos, triunfos, olvidos... como si en un jardín se hubiesen sembrado una multitud de plantas que estallaran de pronto hiriendo el blanco de la luz con su hermosura: Amaos los unos a los otros como yo os he amado. No hay amor más grande que el que da la vida... Y después de dar la Vida se quedó toda su Vida en el testamento de sus palabras.


Los amores han llenado de luto la historia de los hombres. Los desamores han vestido de negro el corazón de Dios. Unos y otros un misterio, un desajuste de besos y una helada melancolía con vocación de fuegos. En el mundo no se habla más que de amor y el amor ¡tan lejos! aguarda la eternidad para explicarse. La eternidad llenará todos los vasos de los amores que quedaron en el olvido, los vasos de los amores muertos.


Jesucristo ha querido abrir una raya en la sombra para decirnos con su ejemplo que el amor es un candelabro que termina en la Cruz, una vida que se da para que muera la muerte. Él ha elegido esta manera de querer, como nos ha elegido a nosotros para que demos, al fin, buenos frutos y nadie nos robe a escondidas el apetito de la alegría






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