26 mayo, 2012

Domingo de Pentecostés. Hechos 2,1-11 ; I Corintios 12,3bss ; Juan 20, 19- 23 AL AIRE DE TU VUELO.

Pentecostés. Greco

AL AIRE DE TU VUELO

Pentecostés es hoy pero también fue ayer, cuando un golpe de sangre espiritual permitió que un difícil y viejo amigo cambiara su vida para siempre. Cada vez que pedalea el corazón por el agobio de verse tan pequeño,  el Espíritu de Dios sale al encuentro con luz, con fuego, con deseos para que no se estrelle el impulso con el desencanto. Cuando de veras se quiere volar, Dios nos ofrece sus alas. Pentecostés es salir de los círculos cerrados, dejar en el olvido la quietud y las sombras, las dañinas memorias, reconocer que no quema el fuego de la aventura, salir a las calles mostrando el esplendor del alma... Pentecostés es el vaso de luz que se derrama para teñir de blanco los caminos que conducen al bien.

A los apóstoles les asediaba el miedo y el creer que podía quedarse sin el tacto, sin la piel, sin los ojos del Maestro. Que podían quedarse sin su amor.  María preparaba con ellos infusiones y esperanzas, les encendía a cada paso la promesa de su Hijo hasta que una llama de amor viva echó abajo paredes y puertas y a todos les fue fácil, desde entonces, comprender a los hermanos en sus palabras y en sus gestos. El Aire y el Fuego acercaron alegres la distancia.

¿Cuál es hoy nuestra misión de creyentes en la Iglesia?... Como leo y leo incesantemente a San Juan de la Cruz para salir de dudas, este mañana volví a Cántico y Llama y allí encontré que el cristiano de todos los tiempos ha de vivir un amor impaciente, insatisfecho, señalando la raíz donde se gesta. Un amor, como el del Espíritu, que hace mucho ruido y es musical al mismo tiempo. Visible para que ayude a los incrédulos a creer. Un amor que hiera y enamore delicadamente.




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