23 agosto, 2014

DOMINGO XXI del TIEMPO ORDINARIO. Mateo 16, 13-20

OPINIONES


JESÚS se expone al vértigo de saber qué opinan los demás de su persona. Unos juicios, como observamos en san Mateo, nacen de dentro y otros vienen de fuera. Todo un símbolo para que pueda apreciarse cuál de esos criterios se acerca más a la verdad.


La gente opina que Jesús es el que les conviene a ellos que sea. Juan Bautista, dicen unos, porque así podían culpar a Herodes de haber matado a un hombre bueno. Otros, con buen conocimiento de la Escritura, dijeron que se trataba de Elías, porque en él y en la viuda de Sarepta se unifica la abundancia de un aceite y un pan que se no se acaban. O Jeremías, para otros, recordando quizá la pregunta de Dios al profeta: -¿Qué ves, Jeremías’. –Veo una rama de almendro… Rama de almendro era Jesús donde se habría de posar el anuncio de una vida nueva, de una primavera incalculable.


Tenemos la responsabilidad de anunciar a Jesús como el Hijo de Dios que fundó su Iglesia para que promoviera la justicia, ayudara a acabar con la miseria y propusiese una rama de almendro donde la flor de la esperanza avanzara en  su imparable destino de blancura.


PEDRO, sin embargo, no opina de Jesús lo que la gente, sino lo que el Espíritu acunó en su corazón y floreció a su tiempo en la palabra: -Tú eres el Hijo de Dios.


Y esa verdad no se la dijo nadie, sino la voz en el alma del que sabe, el susurro de la verdad que se comunica en la oración.


Jesucristo no es el que cada uno moldea en su ignorancia o en su necesidad, sino EL QUE ES, y ese conocimiento inabarcable se baña, mientras aquí vivimos, en el mar del misterio.

Pedro sólo eso sabía, pero fue suficiente para que Jesús le mandara gobernar su Iglesia, la misma que en el tiempo iba a ser zarandeada por los que únicamente ven lo de fuera y por los demás, que en su corazón queremos ser testigos de la Candela del Amor que inunda de dulce fuego las almas, el mar, las fatigas y los sueños.



(Foto: Sol y ramas de almendro) 

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