CUALIDADES DE
LA NOCHE
Es profundamente significativo que unos gentiles
quieran ver a Jesús, se lo propongan a Felipe, éste a los demás apóstoles y el
Maestro, cuando se entera, responda con el discurso del grano de trigo y de la
muerte.
Morir como condición para ver al Señor.
Morir, en este lenguaje de fe, es adentrarse en el
espeso bosque de la noche. Morir para dar fruto es la única forma de nacer para
que no se acabe el regalo de la vida. Y la noche de la muerte requerida para
ver a Jesús tiene un sin fin cualidades que en tres pueden quedarse:
ES OSCURA. A la noche del trigo muerto le acompaña
el velo negro del desprendimiento. Morir es dejar que vivan dentro y sin luz, a
solas, las esperanzas. Atreverse a cerrar los ojos y mirar cómo se alejan en su
olvido las costumbres y las cosas. Irse a la sombra dejando el resplandor
clavado en la impotencia carnosa de los párpados. Y todo esto, para qué… para
que se multiplique dentro el ansia de la vida, para que aprendamos a confiar en
el Señor… Bastaría con eso si la fe en el amor de Dios creciera.
AUNQUE OSCURA, ES GUIADORA, porque la fe husmea en
la noche hasta que encuentra en ella el tesoro escondido de la luz. De ahí que
san Juan de la Cruz escribiera:
¡Oh noche que guiaste!;
¡oh noche amable más que la alborada!;
¡oh noche que juntaste
Amado con amada,
Amada en el Amado transformada!
La noche de la fe es un sueño largo, pero es un
túnel que acaba en el abrazo luminoso del Padre donde los llantos de la sombra
acaban cuando es capaz en el horizonte de estallar el día.
LA NOCHE ES SABIA
Una vez que rompe la mañana ya no vuelven los ojos
a cerrarse. Ya la espiga reclama su derecho a salir de la tierra donde la
muerte le enseñó a reconocer dónde estaba la vida. Escribe fray Juan
divinamente que cuando se encuentra a Dios cesan todos los apetitos…
La sabiduría, en la escondida noche, nos ha abierto
el conocimiento para que no nos conformemos con las migajas que el mundo y sus
placeres puedan darnos, sino que vayamos derechos al banquete donde no acaban
las frutas ni las presencias dichosas, en el único lugar donde continuamente
crecen las alas de la música.
Queremos ver a Jesús?… Habrá que preguntarle al
grano de trigo cómo puede uno morirse sin que nos caiga encima toda la sombra.
1 comentario:
Fabulosa!!
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