06 febrero, 2010

DOMINGO V del TIEMPO ORDINARIO. (ciclo C) Isaías 6, 1ss ; Lucas 5, 1-11

EL ASCUA SOBRE LOS LABIOS

Isaías nos alumbra hoy con un nuevo resplandor de esperanza. Acaba de morir el rey Ozías y el profeta tiene una visión de ángeles que aclaman la plena santidad del Dios Todopoderoso, hasta el punto que tiemblan las jambas de las puertas y, con él, todo el universo tiembla pensando que ha visto a Dios aún teniendo labios impuros y en medio de un pueblo que sufre la misma impureza. Un ángel, sin embargo, toma un ascua del fuego del altar y se la pone a Isaías en la boca del corazón y la palabra, ofreciéndole una purificación que ya nunca habrá de abandonarle...
Así nuestra vida. Con frecuencia estamos solos ante las muchas e insolentes preguntas que hace en cada corazón la soledad. No tenemos, como dice Alejandra Pizarnik, más mobiliario entonces que una lámpara, una ventana y una conciencia... Y a ese mobiliario lo azota la irremediable tempestad de los tiempos perdidos, de los viejos pecados , de la luna que mira sobre su barca de sombra.
Lo que yo entiendo que quiere trasmitirnos el profeta a los creyentes, es el recuerdo del fuego del Espíritu que nos acompaña cambiando el frío en temperaturas de amor, el pecado de las carnes impuras en el beso del mejor labio; y la conciencia, ese pájaro que no descansa, en un paisaje de jardines recién brotados, como una mañana en que nacieran los colores.
BOGA MAR ADENTRO
Vuelve el mar con su vela al viento y su fatiga, con su misterio y su rizo de aguas inquietas. Pedro sólo tenía ojos para mirar la red vacía despues de una noche sin sábanas y sin peces. Jesús, por el contrario, sentía cansancio por el aprieto de la gente que le seguía. Subido a la barca de Pedro le ordena:
-¡Rema mar adentro!...
Y Pedro, que conocía aun desde las orillas la carne del agua, le hace saber al Maestro que esa noche es inútil intentar de nuevo la pesca merecida.
-¡Rema mar adentro!...
Y el mar amigo de Galilea escucha a su modo la palabra y ordena a sus aguas que en azul se abran
dejando paso a la cosecha inmensa que reservaban para otro momento. Pedro rompe entonces con el pensamiento el papel de lo que sabe y comienza a escribir, en una cabeza nueva, la experiencia de esa mañana: Señor, apártate de mí que soy un pobre pecador...
--Desde ahora, serás pescador de hombres...
Después de las palabras de Jesús no le debió quedar serenidad a Pedro, buscando en el oleaje de su intimidad otro mar desconocido donde, desde ahora, habría de echar las redes: el mar de la vida, el mar de los hombres, el misterioso mar que verdea con la esperanza de un Dios en Jesucristo recién llegado que no quiere barcas en reposo, ni en orillas mucho tiempo, sino más adentro, donde se sufren los vaivenes y se aprende a confiar en la llegada. Es en la adversidad, dice san Juan de la Cruz, donde Dios se comunica con el alma más abundamentemente, con mayor suavidad.

1 comentario:

domingo dijo...

Despues de 30 años te hallo en este medio frio,sólo sé que tus homilias serán como tu inteligencia: inmensas y llenas de humanidad.....me topé con tu libro de la verdad mentida y me traslado a los años 70 cuando eras el fraile de los universitarios...un abrazo de un teresiano que te admira