20 noviembre, 2010

SOLEMNIDAD DE CRISTO REY. " Samuel 5,1-13 ; Lucas23, 35-43

(David. Museo de Avignón)
UN REY DE LOS PIES A LA CABEZA


Aquellos judíos querían ser como los demás pueblos y pidieron a Dios que les nombrase un rey con quien lucirse ante el mundo y desde el que consiguieran una salvadora unificación. Samuel ungió a Saúl que, en el ejercicio de su función, se fue volviendo loco, huraño, descreído, vengativo... Un muchacho rubio, con fama de músico y poeta, que luego fue también guerrero, le sucedió en el trono después de haberle sido fiel y haber buscado para Saúl las músicas mejores. Tanto David como su hijo Salomón fueron reyes dignos que el pueblo hebreo exhibe en su Historia como los prototipos del bien...Más tarde vinieron los emperadores de Roma, los reyes títere de Judea... pero, aunque los judíos conservaron en su mente la magnificencia de la realeza, estos reyes del tiempo de Jesús eran ya otra cosa y sufrían continuamente el miedo a desaparecer por no haber sido justos en sus responsabilidades.


Jesús, el Señor, a ninguno de estos reyes se asemeja. Él es un Rey de los pies a la cabeza porque es a los pies de los demás ante quienes se postra para servirles como siervo de amor, y porque usa con frecuencia los pies para escaparse cuando quieren hacerlo rey de panes y peces milagrosos a la falda del Tiberíades. Y en su cabeza de Rey crucificado habrá siempre una corona de espinas, instante eterno de entrega por el cual recibirán los siglos su salvación.


Tuvo miedo Pilatos y los sumos sacerdotes tuvieron miedo y el reyezuelo que mantenían para que saludara al pueblo desde los torreones. Tuvieron miedo porque no les había alcanzado la luz para entender que la corona de Jesús, el Señor, sólo podía buscarse en las orillas del débil, en el ancho plato de la pobreza.

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