15 julio, 2012

DOMINGO XV del TIEMPO ORDINARIO. Amós 7, 12-15 ; Marcos 6,7-13

Gasa y silencio

NACIDOS PARA CAMBIAR

Los poetas, los santos, los profetas... son preferidos y amados según la pasión de quienes nos los presentan. El padre Criado llegaba a su clase de la facultad de Granada con su birrete de doctor y haciéndose acompañar por alumnos jesuítas que, en bandejas, llevaban los libros más preciados con las citas mejor investigadas sobre el profeta Amós. El padre Criado amaba a Amós con toda la hechura de su nervio hasta que al final de clase descansaba su palabra sobre el labio caído precisándonos que el profeta era un hombre rico que había dejado su abundancia para fustigar contra todos los que abusaban de los pobres degradándolos a la miseria mientras ellos se construían, con los dineros robados, casas de marfil para el verano. No habrá salvación para ellos.

En la historia de la Iglesia se ha hecho más hincapié en los pecados de la carne que en aquellos que condenan al ser humano a la indignidad por el egoísmo de los ambiciosos. Sólo el despojo de las dos túnicas y del dinero en la faja, que nos recuerda Jesús desde san Marcos, hará posible descubrir la música que suena, la verdad que tañe en el corazón del hombre.
Creo que fue Schakespeare quien escribió que únicamente puede ser feliz el que nada tiene, el que nada espera... porque esperar siempre duele... Dar, aguardando sólo el contento de sí mismo, que lo demás son hojas caídas en el tiempo, hermosura pisada.

Además, el padre Criado, como si tuviera de verdad un punzón en la mano describía que el buen cultivador de sicómoros es aquel que es capaz de acertar con una incisión en el higo silvestre para cambiarlo en higo dulce... Como si el cristiano no tuviese otra obligación que cambiar lo agrio de su cosecha en frutas deliciosas para los demás. Hemos nacido para eso. Dios aguarda.

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