21 julio, 2012

DOMINGO XVI del TIEMPO ORDINARIO. Jeremías 23, 1-6 ; Marcos 6, 30-34

Casulla usada por S. Juan de la Cruz. Museo Úbeda
OVEJAS TRAICIONADAS

Lo que más duele es la traición. Que uno venga a la vida y se encuentre con que la vida no lo espera. Que el ser humano despierte y descubra que en el jardín de las rosas no hay rosas ni esperanza de haberlas.

Tratando de hacer un análisis pedagógico, creo que en nuestro mundo hay dos clases de pastores: los que deben cuidar, preferentemente, cuanto se relaciona con las necesidades corporales; y los pastores del alma, llamados a buscar pastos crecidos, tiernas praderas. Las ovejas, mientras, aguardan herramientas para su dignidad, no desean quedarse con los brazos cruzados a ver si llega de arriba una solución: reclaman alivios en su búsqueda, horizontes fiables. En definitiva, las ovejas requieren un trabajo que cubra sus necesidades y una Iglesia que les ayude a descubrir el escalofrío de Dios.

Si tornara Jesucristo al paisaje que san Marcos nos relata, volvería a encontrarse con un pueblo desfallecido, desorientado, sin pan apenas, y a una iglesia a la que acude sólo para que le den de comer porque no aparecen quienes les prometieron abundancia. El pan del alma es hoy, para muchos, menos urgente que el pan nuestro de cada día. Y se va a Cáritas 
porque se ve demasiado lejos la justicia.


En el inigualable poema de San Juan de la Cruz, un pastorcico, solo, está penado / ajeno de placer y de contento, / y en su pastora puesto el pensamiento, / y el pecho del amor muy lastimado / (...) mas llora por pensar que está olvidado / de su bella pastora... el pecho del amor muy lastimado, se percibe el llanto de las hogueras apagadas, el eco de un amor que no fue posible por un desdén irresponsable... Lo que más debe dolernos por estas circunstancias es que hoy se confíe más en los pastores del alma porque nos dan alimentos para el cuerpo. 

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