22 septiembre, 2013

DOMINGO XXV del TIEMPO ORDINARIO. Amós 8,, 4-7 ; Timoteo 2, 1-8 ; Lucas 16, 1-13

Piedras de la antigua Cafarnaún

DIVINAS PALABRAS

Toda la liturgia de hoy, desde la cita de Amós a la de san Lucas, gira en torno al dinero y a la forma de obtenerlo. San Pablo, quizá por eso, nos llama a pedir por nuestros gobernantes...

En 1919, Valle-Inclán escribió sus Divinas Palabras basado en el capítulo 8 de san Juan donde Jesús les advierte a aquellos acusadores que quieren dilapidar a una mujer sorprendida en adulterio: Quien esté limpio de pecado que tire la primera piedra... Y todos se fueron, empezando por los más viejos... Tal y como están las cosas en nuestro país, las piedras pueden estar tranquilas porque nadie tendrá valor de arrojarlas contra nadie, empezando por los más viejos.

Quevedo también escribía sobre el poderoso caballero don dinero y, si se escuchan conversaciones entrecortadas por la calle, el dinero suele ser protagonista.

Lo que la Iglesia advierte desde la Sagrada Escritura es que el dinero en sí no es malo, sino los modos de obtenerlo y las formas de usarlo. En la Facultad de Granada el padre Criado nos enseñó que Amós era un hombre rico, ganadero y cultivador de sicómoros y que, sin demasiadas ganas, comenzó a profetizar contra los suyos porque habían adulterado las balanzas despreciando a los pobres y prestaban a usura lo que aquellos obreros no podían pagarles... tendrán como castigo irremediable el olvido de Dios.

Con esta cita solamente se podría dar unos ejercicios espirituales aplicados a nuestra circunstancia. Aquí y allá se cargan los bolsillo con monedas ajenas que, a veces, son las únicas que tienen los demás para sobrevivir. El que se queda con el pan de los pobres tiene asegurado el peor de los castigos: Dios se olvidará de ellos.

Pidamos, dice san Pablo, por los que nos gobiernan, por los reyes... En España suele pasar que los que más piedras tiran son los que se apropiaron de las canteras...

Si alguno de nosotros en la Iglesia, también, comulga con piedras de molino, debe transformarlas en harina y compartirla.

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