05 octubre, 2013

DOMINGO XXVII del TIEMPO ORDINARIO. Habacuc 1, 2-3ss ; Lucas 17, 5-10

Curiosidades de la luz

LOS MÉRITOS DE LA FE


Los apóstoles, conociendo las oscuridades del creer, piden a Jesús que les abra el conocimiento del alma, tan imposible de llevar a la razón. Los apóstoles piden a Jesús más fe, en definitiva le están pidiendo más oscuridad para comenzar el día a día con un poco de luz. La fe no es más que eso: una sombra y un candil continuos frente a los muchos resplandores que van y vienen sin fijación ni destino.

Creer en Jesucristo es experimentar a Jesucristo. En el libro de la Subida advierte san Juan de la Cruz que conviene al alma mucho no querer entender cosas claras acerca de la fe, para conservar puro y entero el mérito de ella. Porque los méritos de la fe se sostienen en el abandono de Aquel a quien hemos visto pasar con el ropaje en llamas y nos apretó para siempre con su mano y su mirada. Después de haberle visto, ya no habrá en nosotros sosiego verdadero hasta que podamos volver a los principios.

Álvaro Mutis me ha acompañado estos días con su palabra dormida y descansada. Cuenta el poeta que en otros tiempos él conducía un tren lento que atravesaba montañas y bosques de eucaliptos. Cambiaba la locomotora de color según los entreveros de la luz que le llegaba y el sonido de la máquina componía melodías diferentes según la espesura o la cercanía de los árboles. Mutis se quejó en el libro de que con la madera de aquellos eucaliptos no se hubieran fabricado más violines... Así el Señor, entre densidades y cercanías, va dejando en nosotros músicas que a veces nos parecen soledades; luces, que se nos antojan reflejos de una verdad inalcanzable.

Al fin, creer es como amar, que  tiene sus pasiones y sus desvelos, sus tiempos de locura y de cansancio. Pero a nadie que amara con delirio se le han de olvidar la sangre en la boca de los primeros besos, tanta fuerza en tan poca carne de labio. Y a ellos se volverá, tarde o temprano.

Señor, auméntanos la fe. No consientas que el soplo de la rutina agote las ascuas que Tú dejaste encendidas. No permitas que tu río de lava se apague en lo pequeño y redondo, en la lágrima azul de una fuente.

No hay comentarios: