24 diciembre, 2005

NATIVIDAD DEL SEÑOR Lucas 2,1-14



LOS SUEÑOS DE DIOS

Es imposible detener el paso de los amantes. Los buenos, nunca están conformes con el amor que alcanzan, viven en constante vigilia, insatisfechos; siempre les parece poco el bien que dan, como si permanentemente se les quedara un beso retenido en los labios. Sólo les calma el sueño de ir creciendo en el otro, con el otro.

Así Dios.

Con nacer, Dios va cumpliendo los horizontes de su sueño. Es cierto que la mayoría de los belenitas no aciertan en descubrir quiénes eran aquellos peregrinos sin lugar donde alojarse, pero al Niño le basta que unos pastores parpadeen ante una Luz extraña que les ciega de gozo. Y canten por haberla encontrado.

Es cierto que nadie haya salido a su encuentro como Mesías esperado, pero al Niño le basta que tres contemplativos de estrellas salgan de su asombro y de su tierra porque la Luz que ven ahora es la misma que les ha ido persiguiendo, la misma que les ha herido en lo oscuro de sus ansias.

Luego, más tarde, cada vez que Jesús abra las manos, cada vez que le vengan del pensamiento las palabras, una luz blanda y amada,una luz seductora habrá de llegar; con Él, un fuego deja para siempre en el mar mil quemaduras. Y la Luz, siempre la luz, sobrecogida en todos.

Dios Padre y María son los únicos que saben los sueños de su Hijo. Y se alegran porque, a pesar de lo que vemos, poco a poco en el mundo su Amor se van cumpliendo. Hoy en ti, mañana en mi, pasado en otros... hasta que la Luz se quede a dormir en todos los ojos y, juntos, también sepamos descubrir por quién soñamos.

Feliz Navidad.