18 febrero, 2006

DOMINGO SÉPTIMO DEL TIEMPO ORDINARIO (B) Marcos 2,1-12



LA FE DE ELLOS

Lo más doloroso de la vida tiene que ser el olvido. Y más grande aún debe ser el daño cuando, además, se siente uno enfermo. No es el caso de este paralítico que, ante la impotencia de entrar adonde estaba Jesús, sus amigos rompen las tejas y se cuelan por el agujero de la esperanza. Viendo Jesús LA FE DE ELLOS cura al paralítico que echa a andar con la soltura, que salta para comprobar el milagro.

Si no llega a ser por los amigos que le llevan hasta el Maestro, este paralítico hubiera seguido dependiendo de los demás, reclinado en su camilla de ver cómo el mundo pasaba delante de sus ojos sin poder seguirlo. Los amigos creen en el milagro y consiguen para él que se desaten los músculos de la postración...

Pidamos por los amigos, especialmene por aquellos que están paralíticos en la camilla de sus ideas, que no han aprendido a correr por los caminos sin fronteras del amor, que no han distinguido el rostro de Jesús entre las nieblas de su abandono. Y Él, viendo nuestra fe, hará que ellos recobren la suya y caminen alegres con nosotros.

POTESTAD DE PERDONAR LOS PECADOS

Escribe Valente que el pecado llega como de negra nieve. Es difícil saber en las entrañas del alma qué sucede para que se desenfrenen los deseos, se vuelva oscura la inteligencia y queden sueltas las riendas de la voluntad. Somos muchos en uno solo y el ángel caído aprovecha la debilidad del más débil para que se distraigan los demás que somos y terminemos todos con él mirando al pozo en vez de mirar al Sol que viene de lo alto. Cada uno de nosotros somos muchos, cada uno con su hambre y su boca abierta reclamando un trozo de satisfacción que no entiende de estrellas. El pecado es justo la decisión de haber soltado las manos de las riendas.

Jesús, Dios vivo, tiene la potestad para llevar otra vez nuestras manos a su sitio y que, además, parezca que nunca se habían soltado. Porque el perdón de Dios quita de raíz la memoria del mal y estrenamos amor después de confesarnos.

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