12 junio, 2012

DOMINGO del CORPUS. Éxodo 24,3-8 ; Marcos 14, 12-16ss-

CORPUS

El tiempo  --no así la eternidad-- sí tiene espejos. Y en ellos ha quedado el vaho de la voz y la promesa de las tres más significativas alianzas que Dios ha hecho con el hombre: Abrahám, Moisés y la definitiva con Jesucristo, en la anchura de su cuerpo visible   y su permanencia en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía. Y en todas esas alianzas, como en el estribillo de un poema,  la misma promesa con diferentes palabras: Haremos lo que Dios nos pida. Luego viene la verdad de lo cumplido por el hombre y comprobamos que el río ha terminado ahogando la promesa.

Por más que hoy quieran interpretarse a la comodidad de algunas generaciones, las palabras de Jesús de que es indispensable comer su Cuerpo y beber su Sangre  para tener vida y gozo abundante, no tienen acomodo en quienes defienden que celebrar la Eucaristía no es condición para creer en Jesucristo.  En ciertas presentaciones nos suelen aclarar: Diego, Juan o Emilia... no son cristianos practicantes, pero son muy buenas personas. Como si la bondad supliera al seguimiento. Com si fuera lo mismo ser bueno que ser santo. Hay mucha gente buena en el mundo que no son cristianos. Pero el creyente tiene un compromiso con la persona de Jesús y con su Vida permanente en la Iglesia. Haremos lo que Dios nos pida... siempre que no nos pida aquello que no queremos hacer. Obrar así en una manera de hacernos trampas en el solitario.

Y no solamente los domingos (nadie come una vez a la semana), sino cada día, siempre, porque el amor no deja de gemir hasta que no se funde en el corazón del Amado. Hace ya unos meses, fui a darle el pésame a la viuda de un poeta cordobés, buen defensor del cristianismo. Su mujer me respondió: No crea usted que mi esposo era tan creyente, que sólo iba a Misa los domingos...

Comerse a Dios, y todos los días si es posible, aseguran los pasos del hombre y deja en el alma un anticipado delirio de lo que debe ser el Paraíso.



No hay comentarios: