08 septiembre, 2012

DOMINGO XXIII del TIEMPO ORDINARIO. Isaías 35, 4-7 ; Marcos 7, 31-37

Goya. Autoretrato

HACERSE EL SORDO


A poco que uno se mire a sí mismo, descubre que el ser humano tiene más de fracaso que de acierto. Si el profeta Isaías nos anuncia que ha de llegar un día en que el cojo saltará como un ciervo, la lengua del mundo cantará y el páramo será un estanque, quiere decir que lo más llamativo en el alma es la mudez, la cojera y la sequía.

Nunca estuve muy seguro si es provechoso tanto análisis personal ni si es indispensable esa continua corrección fraterna. Los consejos que nos dan suelen ser tan confusos y sesgados como los propios. Por eso conviene que, para que se purifique la voz que nos fatiga, sea saludable hacerse con frecuencia el sordo. Hasta que llegue alguien que nos haga escuchar lo que conviene, aunque no sea lo preferido, y nos recomiende hablar lo justito para no engañar demasiado. Esta suerte fue la que tuvo el sordo del evangelio de san Marcos y que me temo no está siempre al alcance de los propósitos.

Personalmente puedo decir que en ciertas ocasiones me ha convenido hacerme el sordo:

-Cuando me pidieron rigores que no podía cumplir. (En las cosas de Dios andar como pudieres, escribió san Juan de la Cruz).

-Cuando me contaban la historia a través de gobiernos y de guerras y no desde la luz que aparece, desde la sorpresa de un amor que estalla y dulcifica. Nadie me contó que la historia verdadera llega cuando la mano del aire nos toca el pecho para que el corazón tenga su alivio.

-Cuando alguna vez me dijeron que era viejo o feo o torpe: -Ha pasado tu hora y lo que eras no deslumbra. Aquellos no sabían que siempre queda la flor de un apetito sin descanso por la carne y por el alma.

-Cuando me dijo uno que se tenía por sabio que la realidad es lo único que tenemos... De sobra sé yo que lo visible es apenas una lámpara chica que no está hecha para soportar tanta luz.

Sólo cuando un relámpago fiable me advirtió que estaba pasando Jesús, dejé de hacerme el sordo. Corre a que te limpie los oídos  --me propuso el relámpago. Corre a escucharlo antes que contaminen su palabra los de siempre.

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