11 noviembre, 2005

DOMINGO XXXIII del Tiempo Ordinario Mateo 25, 14 ss


LA VIDA COMO NEGOCIO

Los griegos insistían en que el gran pecado de la vida consiste en no acertar, en equivocarse al elegir una educación que nos haga personas; en confundir el hombre o la mujer adecuados que han de acompañarnos para crear una familia; en no atinar con el trabajo o con los amigos...Hoy nos revela Jesús en el evangelio que el gran pecado del hombre es no rendir, dejar sin provecho las gracias recibidas.

Esta fotografía que inserto en el comentario, corresponde a la reja del monasterio de carmelitas de Medina del Campo, desde la que se hablaron por primera vez Santa Teresa y San Juan de la Cruz para iniciar juntos "el negocio" de la Reforma Carmelitana que tantos dividendos de amor habría de dar al mundo.

Ya se había planteado Santa Teresa más de una vez cambiar de "negocio". El de este mundo, con sus afanes, sus amores pequeños, sus vanidades y sus cosas no le complacía del todo. Quiso probar suerte con Dios, hacer juego con Él y, desde entonces, ya nunca dejó de ser feliz.

Es hora de que invirtamos los talentos recibidos en obras rentables. La experiencia nos recuerda que apostar en la vida y sus empeños deja mucha sequedad en la esperanza. Negociemos con Dios: Él tiene, en la bolsa del amor, información privilegiada.

IGLESIA DIOCESANA

En toda España se celebra hoy el día de la Iglesia Diocesana... A estas alturas de la vida nos seguimos preguntando por qué los gobiernos de turnos se siguen enfrentando con una Institución que desde el principio de nuestra existencia sólo nos ha ofrecido valores, testimonios, ejemplos admirables de libertad generosísima y entrega sin límites. Todavía se insiste en "los privilegios" de la Iglesia, manipulando la verdad y equivocando a los sencillos. El único privilegio de la Iglesia ha sido y es mostrar a la persona de Jesucristo, envuelta en los infatigables valores del perdón y la justicia, el amor y la paz.

A esta Iglesia que no sabe hacer otra cosa, que no puede y no quiere hacer otra cosa, hemos de ayudarle para que no se agote la llama de la Verdad. Sólo ella hace a los hombres y a los pueblos libres.