28 noviembre, 2009

DOMINGO I DE ADVIENTO. Jeremías 33,14-16 ; Lucas 21,25ss



NUNCA ES TRAIDOR EL QUE AVISA




El nuevo tiempo litúrgico que inaugura hoy la Iglesia, nos predispone a buscar el oro y la miseria que cada uno lleva, para sacarle brillo al primero y desechar al segundo. Dicen que Einstein se murió recordando: "Preguntad. Preguntad siempre". ADVIENTO es el tiempo más oportuno de la pregunta y de la búsqueda. Para aguardar al Señor, aprendamos de los que saben.




A Jeremías no debemos recordarlo como un llorón. En sus tiempos, Judá vivía como si Dios no existiera. Sus reyes, eran más bien comparsa en manos del poderoso Nabucodonosor, que les adormecía con regalos y les bailaba el agua para que ellos se sintieran también importantes. Así, Josías, Sedecías... El profeta, constantemente, no cesaba de advertirles del peligro que corrían viviendo tan lejos de Dios y tan cerca de Nabucodonosor. Pero su respuesta fue encarcelarlo en una cisterna, parecida a la foto que acompaña, y seguir despreocupados como si nada pasara. El Rey de Babilonia, encontró un descuido oportuno y acabó con ellos sitiando Jerusalen y destruyendo el templo que significaba los valores de un pueblo... Que cada uno de nosotros mire a su alrededor y trate de no asustarse demasiado con el parecido.
Es oportuno recordar una frase de Antígona, el drama de Sófocles, unos 500 años antes de Cristo. Antígona, ante el injusto rey de Tebas, Creonte, que le impide un digno funeral a su hermano, le advierte con toda la sangre en la boca: Las leyes de Dios son anteriores a las de los hombres.




QUÉ ESPERAMOS Y A QUIÉN



Cuando las aves inician un vuelo, saben muy bien adonde quieren ir. Cuando vamos a las estaciones o a los aeropuertos, conocemos perfectamente a quienes estamos esperando. ¿A qué liberación se refiere Jesús después de habernos anunciado semejantes desgracias?.
Libertad y liberación han sido términos muy complejos en su aplicación a lo largo de la historia. Ya los hebreos lo enfocaban más bien como liberación política, recordando a Moisés que les sacó de Egipto. Así los judíos contemporáneos de Jesús, esperaban un libertador del sometimiento romano... Este no es el Jesús que aguarda nuestro sentir de creyentes. La liberación es una conquista, un esfuerzo diario desde el que poco a poco se van sintiendo dentro las alas. Libre es quien domina su voluntad y mantiene el señorío sobre su persona y su comportamiento. Es libre el que ha sabido romper las cadenas de su propio pecado y le llega, por tanto, una sabiduría limpia que le permite elegir a los gobiernos, a los amigos y a los compañeros de viaje por este mundo. Aunque si en algún momento colisionara la libertad con la caridad, aquella ha de ceder su paso al amor, porque sólo es verdaderamente libre el que reconoce en el prójimo a su hermano.

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