24 enero, 2010

DOMINGO III DEL TIEMPO ORDINARIO (Ciclo C). I Corintios 12, 12-30 ; Lucas 1, 14-21




FUNCIONES Y CARISMAS








Seguramente San Pablo se enfrentó, como en nuestros tiempos, a la vanidad y a las figuraciones de los primeros cristianos. Y él, que era maestro en tantas disciplinas, escogió el tono de enseñar para decir que en la vida, y particularmente en la Iglesia, todos formamos el mismo cuerpo.
En las iglesias particulares, en las casas y en los oficios, a veces se pretende destacar sin la cualidades precisas ocupando los lugares de aquellos que verdaderamente tienen razones para ejercer sus carismas. Otra vez el ejemplo nos lo ofrece el santo cura de Ars, que casi no le dejan ordenarse de sacerdote porque "le faltaban" aptitudes y sin embargo sigue siendo, despues de 150 años, el modelo de con cuánta abnegación se debe servir a la Iglesia. Cuando se viene de recreos espirituales, son los demás quienes nos colocan el oficio justo donde florece la Verdad regalada.

TARJETA DE VISITA

El Sol, este Sol que viene de lo alto, es la mejor señal del Cristo que ha llegado en las primeras palabras de San Lucas.
Como era su costumbre, se acerca el sábado a la sinagoga, le ofrecen el libro de Isaías y en él lee, paladeando las palabras: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido... Las cuatro claridades que vienen detrás componen su tarjeta de visita: Dar la buenas noticia a los pobres, devolver la vista a los ciegos, romper las cadenas de la esclavitud y perdonar de raíz los daños que el hombre realizara en la sombra.
A esto ha venido Jesús, a que los llantos del pecado no se conviertan en un mar angustioso. Perdonar de raíz, annistiar, es lo mismo que olvido, lo mismo que borrón y cuenta nueva, igual que si trajera en las astillas de su muerte la otra madera de la cuna. Ha venido para enseñarnos a nacer después del beso.
Bendito sea el que camina sobre las huellas de Dios. Él mismo será para el mundo la buena noticia que tanto necesita.

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