23 junio, 2013

DOMINGO XII del TIEMPO ORDINARIO Lucas 9, 18-24

Detalle de La Piedad. M.Ángel


LA PREGUNTA


Me gusta adivinar qué fuego o qué sufrimiento o qué respuesta se esconde detrás de   cada gesto. Por el modo que tiene san Lucas de escribirlo, intuyo que el Señor hace esta doble pregunta con los labios caídos, con una punta dolorosa de incertidumbre:

-¿Quién dice la gente que soy?  ¿Y qué decís vosotros?

De Jesucristo guarda la historia una lámpara de mil reflejos, porque la mayoría, en lugar de abandonarse en la humildad y en el misterio, ha expresado el reflejo de su ignorancia o la simpleza de su percepción señalándolo a su modo. Se ha dicho de Él que es un profeta, un nigromante, un filósofo, un hombre bien intencionado, un sabio, un taumaturgo... cada uno refleja lo que ha visto desde su esquina: a menor altura, más cerca el barro. Por eso entiendo el tinte de su tristeza.

-¿Y vosotros?

Por una vez, Pedro muestra su gran amor por el Maestro y es el que más se acerca con su respuesta a la verdad: Tú eres el Mesías.

...Sabemos por experiencia que los demás tampoco nos conocen creyendo, sin embargo, conocernos. Opinan, según nos quieran o nos ignoren. Perciben el reflejo, la cresta del acantilado cuya hondura sólo el mar calibra y las espumas besan. Y los íntimos, a veces, rozan la escondida geografía sin poder abarcarla, a pesar del intento.

Tampoco nosotros conocemos a los demás. Tampoco les amamos. Esta mañana descubrí en mi teléfono más de doscientos números que corresponden a más de doscientas personas, la mayoría ignoradas, muchas escritas allí por conveniencia: casi nunca las llamo. Al no ser amadas como merecen, qué puedo saber de ellas... Si pudiéramos grabar en el teléfono el olor de las rosas, el perfume de los amores vividos, la intensidad de los tiempos felices, los llamaríamos a cada momento, igual que el navegante busca en la noche la dirección de las estrellas. ¡Si quedaran sellados los goces que Jesús nos deja en la oración cuando le abrimos el alma!...

Ante la pregunta que hoy nos hace, el Señor Jesús , acaso, aguarde de nosotros un silencio en lugar de respuesta, un agradecimiento callado que refleje desde los ojos el grito de quererlo. Pocas cosas mejores que mostrar una fidelidad inquebrantable en los tiempos de la tormenta.

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