03 enero, 2015

DOMINGO II de NAVIDAD. Juan 1,1-18




RAZONES DE LA NAVIDAD


Así como el arte  --escribe Pessoa— es la interpretación individual de los sentimientos generales, la Navidad es la manifestación visible de Dios que anuncia todo lo que aún no ha nacido en nosotros.

Por eso, en Navidad se recupera algo de la cuna perdida; como en un rompecabezas, vuelven a juntarse las esquinas rotas de los espejos que fue quebrando la vida a golpes de desilusión y de martillos. Los mazapanes que se ofrecen nos muestran la dulzura que queda en los rincones de un tiempo en el que ser feliz consistía en apretar una mano o en recibir el flujo de una oración que le habíamos robado a la tristeza.

Se nos abren las carnes del espíritu en Navidad porque la Palabra de Dios desconocida ha sido nuevamente pronunciada. Y porque en los pliegues de su letra viven escondidos los crecimientos de nuestro corazón, los desvíos del porvenir que su bondad nos proponía, las novelas de amor que nunca escribiremos y los poemas. Todos los poemas.

En la Palabra hecha carne y vida, se solivianta nuestra carne y nuestra vida, ya que Dios viene para eso, para ser invitado a la resurrección de nuestros nacimientos.

En Navidad, además, tenemos la suerte de ver, desde los ojos de hombre, aquellos ojos de niño que también fueron nuestros y que tenían escondidos, debajo de la luz, un rebaño de sombras. Ojos que lloraban por el desajuste de las sábanas pequeñas, porque no se tenía bastante con la leche de un pecho solo, porque nos tocaban la cara para que hiciésemos una gracia y no podíamos responder, en la inconsciencia, a ninguno de los impertinentes. Recobrar lo ignorado, pero que también fue vivido, es Navidad.

Dios acampa entre nosotros con la misma intención que aparece el sol en los inviernos: para encendernos el frío y recuperar los desalientos. Y su Palabra se queda con el deseo de que pongamos verdad y sentido a nuestra conversación. Dios acampa entre nosotros porque seguramente no pudo soportar más tiempo vernos desde allá arriba tan desamparados aquí abajo.



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